Evil - Interpol

Querida señora del 2ºA:
Perdone el atrevimiento pero no consigo dejar de pensar en usted. Sé que apenas nos conocemos y que es usted medio translúcida, y que, además, acostumbra a salir de casa por las tardes sin su cabeza. No me importa, me tienen enamorado sus vestidos blancos de algodón y gatos, su olor a tierra húmeda y su paso triste y huesudo.
Por las mañanas ignoro el ascensor, está roto desde el día que usted llegó. Voy descendiendo desde mi octavo piso, soñando. Me detengo justo en el antepenúltimo escalón antes del segundo y espero, dos ó tres minutos, según la prisa que lleve, cierro los ojos y la intuyo. A veces he pensado en llamar a su puerta, ofrecerle la mitad del bocadillo que mi madre me prepara para el trabajo, pero soy incapaz, como mucho me lanzo al suelo y me quedo sólido, hasta que su vecina cansada de esperar tras la mirilla tose dos veces y yo salgo corriendo, lleno de pelusas y gruñidos.
¿Alguien se anima a continuar la historia?